Constancia: Creciendo con seguridad

Todos los seres vivos cambian constantemente, algunos cambios son visibles inmediatamente: un grano, un diente que se ha caído… Otros se manifiestan con el paso del tiempo: el crecimiento del pelo, de las uñas… La mayoría son invisibles para nuestros ojos, pero sin embargo ocurren: la división celular, la digestión de alimentos…

Vivir en un mundo que cambia constantemente genera cierta ansiedad. Las situaciones nuevas nos obligan a tomar decisiones en poco tiempo y a la mayoría de nosotros la incertidumbre nos hace sentir débiles y vulnerables.

Por suerte, el ser humano ha encontrado pautas en este mundo cambiante que le permiten disminuir el nivel de estrés. Vivimos con la seguridad en algunas cosas, como que después de la noche llega el día o que las cosas caen hacia abajo y no hacia arriba.

Estos principios que nos dan seguridad se basan en la experiencia. Día tras día en nuestras largas vidas hemos comprobado que esto ocurre. Antes de que se formulara la Ley de la Gravedad o de que  los científicos demostraran que la Tierra gira alrededor del Sol, sabíamos que estas cosas ocurrían sin excepción.

El ser humano necesita saber, para su tranquilidad, que hay cosas que no cambian, que son constantes y que se puede contar con ellas. Basándose en estas seguridades se siente capaz de enfrentarse al cambio continuo, e incluso experimentar con cosas nuevas. ¿Se imaginan que se levantan una mañana y las cosas caen hacia arriba? ¿Cómo se sentirían? ¿Qué harían?

Los bebés y los niños tienen esa misma necesidad. Sobre todo para ellos, el mundo es un lugar en constante cambio. Cambia su cuerpo, cambian sus percepciones, cambian sus habilidades, todo cambia minuto a minuto. Su mayor ocupación es encontrar esas pequeñas pautas que le permitirán confiar en que, a pesar de tanto cambio, hay cosas que permanecen. Ellos todavía no saben que en el mundo hay cosas constantes, así que nosotros podemos cubrir esa carencia para que puedan confiar, como nosotros, en que hay cosas que no cambian.

Ser constantes les dará la tranquilidad de que pueden contar con nosotros, que a pesar de que todo cambie a su alrededor nosotros somos un valor seguro, como la gravedad.

La constancia en los hábitos dará a nuestro hijo seguridad en los quehaceres diarios como vestirse, comer, dormir…, además, permitirá que su cuerpo se disponga para la tarea que van a realizar y la repetición de los actos le permitirá llegar a hacerlos por sí mismo y perfeccionar la técnica.

Si mantenemos una constancia en los horarios irá generando un conocimiento intuitivo del tiempo. Que una cosa ocurre después de otra, que la mañana es anterior a la tarde…

Ser constantes nos dará seguridad a nosotros ante la perseverancia ilimitada de nuestro hijo cuando quiera algo que no puede o no debe hacer. Si siempre le hemos dicho que no a algo nos sentiremos moralmente más fuertes para mantener el no que si a veces es sí y a veces no. Es más, él insistirá con menor perseverancia porque su experiencia le dice claramente que cuando le dicen que no siempre es no.

Si nosotros somos constantes transmitiremos a nuestro hijo los beneficios de poder prever nuestras acciones y no sentir la angustia de lo desconocido, de no saber cómo vamos a reaccionar esta vez.

Por último la constancia le permitirá inducir las normas que rigen en su familia, en su pueblo o ciudad y finalmente en la sociedad en que vive.

Sandra Vericat responsable de Can Rareta.

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