Caminando

Una de las mejores herramientas de aprendizaje que hay en Can Rareta son los propios niños. Sé que es así, pero una y otra vez consiguen sorprenderme.

A primeros de noviembre empezó una peque que hace poco que camina.
Caminar por Can Rareta no tiene nada que ver con caminar por la ciudad, el suelo no es todo igual, no es recto ni uniforme. El camino es de tierra, hay zonas con grava, zonas con piedras, surcos hechos por el agua, subidas, bajadas…
La pequeña se siente algo insegura cuando salimos a pasear y aunque camina sola, lo hace despacito, mirando cada desnivel, cada piedra.
Las dos mayores (2 años y medio) se han dado cuenta y les debe parecer extraño, ellas aprendieron a caminar aquí y, claro, lo hacen con soltura y despreocupación. Así pues se han propuesto enseñarle a caminar como ellas.
Ayer, por primera vez,  la tomaron cada una de una mano y caminaron las tres juntas.

-Vamos!

Y la peque las siguió con una fe absoluta.

El resultado es que en solo dos días la pequeña I ha mejorado mucho su forma de andar y hoy cuando volvíamos a casa le he dicho:
-Caminas mucho mejor, ¡qué bien que te enseñan M y L!
Ella ha afirmado con su cabeza y me ha mirado con una gran sonrisa en boca y ojos.
Lo cierto es que yo no le hubiera enseñado mejor.

 

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